La despoblación rural, conocida popularmente como “España vaciada”, afecta a numerosas localidades del país que han visto disminuir sucesivamente sus residentes y servicios. Un descenso que incluye también los bancarios, donde la exclusión financiera, según el Observatorio de Inclusión Financiera del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), afecta a más de la mitad de los municipios españoles (4.401)
Uno de los problemas principales de estos territorios de pequeño tamaño y carácter rural que incumbe a una pequeña parte de la población española es el acceso limitado a servicios bancarios esenciales, lo que está llevando a plantear la instalación de cajeros automáticos en estos territorios como solución. Para paliar esta situación, la Junta de Andalucía ha puesto en marcha, en colaboración con los respectivos ayuntamientos, un programa de incentivos destinados a sufragar los gastos de instalación y funcionamiento de cajeros automáticos en municipios afectados por la exclusión financiera. Por el momento, tan sólo 18 núcleos de población andaluces y unos 14.000 vecinos de entornos rurales diversos de cinco provincias se benefician del programa, impulsado desde la Dirección General de Planificación, Política Económica y Financiera de la Junta de Andalucía.
La medida, sin embargo, no es la panacea para un déficit social que afecta a las personas en esta situación, pues presenta limitaciones y no siempre responde adecuadamente a todas las necesidades de la población rural. Las experiencias extraídas en otros territorios del Estado señalan que aunque estas maquinas permiten retirar efectivo y realizar algunas operaciones bancarias no sustituye, en absoluto, la atención personalizada que ofrece una sucursal bancaria, especialmente para personas envejecidas y con menor alfabetización digital.
Ciudadanos que tienen acceso limitado a Internet y carecen de habilidades digitales, en definitiva, la gran parte de los residentes en estos núcleos de población, lo que dificulta el uso de estos cajeros y de la banca online. Personas que también suelen requerir servicios más allá de la simple retirada de efectivo y donde la confianza y cercanía del trato humano siguen siendo esenciales.
Los cajeros automáticos no son la solución definitiva para la España vaciada. Aunque pueden paliar en parte el problema del acceso al efectivo, dejan sin cubrir otras necesidades del mundo rural, precisamente de las personas mayores que más lo necesitan y cuya falta supone un importante obstáculo para el desarrollo de su vida cotidiana.
Una carencia que no solo limita la autonomía de estos ciudadanos y de quienes no puedan desplazarse con facilidad, también afecta negativamente a la actividad comercial local, complicando la gestión de los pequeños negocios y la atracción de nuevos residentes. Situaciones, en definitiva, que no hacen más que fomentar el abandono de estos pueblos y agravar de paso el problema de la despoblación.








