En el habitual contacto de las instituciones con los medios de comunicación tienen especial relevancia la información remitida por aquellas acerca del propio organismo y de la actividad de sus miembros de gobierno. Naturalmente, el ayuntamiento de Níjar es un claro ejemplo de esta práctica, y acostumbra a informar puntualmente a los ciudadanos a través de los diferentes medios a su alcance.
“Visita a Ruescas y Pujaire para tomar nota de las demandas vecinales”, titulaba una información municipal reciente remitida a los medios de comunicación. Dos pedanías pertenecientes a los municipios de Almería y Níjar de apenas 1.200 habitantes, aunque con un mayor núcleo poblacional integrado en la villa nijareña, con problemas de servicios, limpieza y mantenimiento. Es decir, la pesadumbre habitual que sacude a la inmensa mayoría de las poblaciones de Níjar.
En tal resuelta visita, el alcalde de localidad nijareña, José Francisco Garrido, se hizo acompañar por una numerosa comitiva que incluía a los concejales de Agricultura y Deportes, Jesús Guerrero, de Urbanismo, Manuel Herrero, de Servicios Urbanos, Juan Carlos Agenjo, y de Cultura y Educación, María Jesús López. Con la información municipal recibida en los medios de la visita se acompañan varias fotografías del cortejo en su recorrido por ambas poblaciones, donde las “demandas vecinales” anunciadas parecen haberse olvidado ante la carencia de vecinos al paso de las autoridades. Políticos ávidos, por lo comunicado, de tomar nota de los requerimientos de los residentes en diversas cuestiones y ahora paseantes de sus solitarias calles.
Es frecuente entre los representantes políticos una excesiva presencia en actos que, en tantas ocasiones, resultan intrascendentes para la vida pública o no se corresponden con lo anunciado en la visita. Una notoriedad, más allá de la relevancia real del evento, que parece más bien debida a una estrategia de visibilidad y autopromoción de los políticos que del propósito principal de la actividad comunicada.
Un exceso de protagonismo que, en este caso, no desvía la atención sobre los verdaderos problemas que tienen los ciudadanos de Níjar y sus pedanías. Una población que, con estos actos, resta credibilidad al compromiso de sus políticos con las necesidades vecinales de esta tierra, que son numerosas y notorias. Un tipo de actuaciones que lejos de fortalecer la confianza pública en sus representantes públicos provocan escepticismo y desconfianza entre los vecinos, que esperan coherencia y honestidad y no la visita de sus gobernantes para “hacerse una foto”.
